sábado, 24 de octubre de 2009

Great Expectations

"We are who we are, people don't change" Sentencia Stella con mirada fría y lejana cuando Finn le pregunta qué se siente no sentir nada.

Ese es uno de los momentos clave de "Great Expectations" dirigida por Alfonso Cuarón, una de mis dos películas favoritas, EVER!

Viene a tomar parte de estas líneas porque creo que realmente generamos un personaje desde el primer momento en que somos conscientes de lo que podemos ser y hacer, cuando conocemos nuestros límites y nuestros alcances. Somos una mezcla de miedos y de inseguridades, pero los disfrazamos de diferente manera. El problema básico es que muchas veces, nos creemos ese disfraz, o nos resulta tan placentero que lo hacemos parte de nuestro diario andar por esta vida.

Sin lugar a dudas, hay momentos en que ese disfraz descubre (de manera traicionera) la verdadera naturaleza, lo que somos, lo que tememos... Hay momentos en que el niño (o niña) que llora por su miedo a la oscuridad, tapado hasta la coronilla por las sábanas de su cama, se asoma. Esos son los momentos valiosos y fantásticos; el problema es que no nos gusta vivirlos.

Es increíble ser el personaje que has formado, es aún más increíble tener a otros personajes que te conocen como eres y por lo tanto te aceptan, son tus cómplices, tus compañeros que se han mostrado ante ti.

Me gusta el personaje que he sido durante toda mi vida (ok, el de la adolescencia greñudo no me gusta), el problema es que muchas veces genera dolor en otras personas, pero creo que es parte de la crueldad de la vida, dañar y ser dañado. Lo mejor es conseguir el equilibrio entre el daño que generas con el gusto o buenos momentos que puedas generar, pero ese equilibrio es tan precario, que no tiene sentido tratar de conservarlo para siempre.

Somos lo que somos, la gente no cambia. Nos formamos a base de experiencias propias o de terribles herencias que alguien más nos avienta de manera inocente y hasta ingenua; ni pedo, no hay un manual para esta vida.

Si decides entonces hacerte un personaje, trata que ese personaje no sea lo suficientemente fuerte como para bloquearte la posibilidad de perder el aliento en un beso, de llorar cuando hagas el amor, de gritar con odio administrado cuando vivas (o veas) una injusticia, de reconocerte en el otro para entenderle mejor, de perder una tarde sentado en una calle concurrida, en una plaza, en el quicio de una puerta.

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